Hay un curso en la vida por el que debemos transitar para lograr vivir en armonía, la felicidad como mecanismo transformador e inspirador en cualquier espacio en el que nos encontremos y con quien estemos, en todo caso la felicidad es indispensable para cualquier ser humano que aspire a ser un buen ciudadano. Ningún ser humano es libre y feliz, ni lo será, mientras tenga que vender su dignidad y su felicidad para tener tranquilidad y posibilidades fundamentales en su entorno.

Escuchar a compañeros y compañeras preguntar ¿Dónde está? ¿Qué pasó? ¿Por qué no aparece? son sin duda unos argumentos conmovedores, pero sobre todo  perturba el escuchar en algunos familiares de compañeros sindicalistas asesinados, y en particular desaparecidos: “desde que esto ocurrió no sonrió, no duermo tan fácil, no soy feliz, quiero la verdad, quiero saber por qué lo desaparecieron, yo quiero encontrarlo”. Resulta traumático el escuchar con voz de desespero la pérdida de un ser querido; no alcanzamos a calcular el impacto psicológico que estas situaciones han causado. 

Robinson Rendón Londoño es uno de estos casos. Fue presidente departamental de ANTHOC - Asociación Nacional Sindical de Trabajadores y Servidores Públicos de la Salud y Seguridad Social Integral y Servicios Complementarios de Colombia - en el departamento del Valle del Cauca, activista social, sindical y líder en el trabajo, un ciudadano honesto y sensible ante la desigualdad y las irregularidades, sin embargo estas dotes de buen hombre en la vida no fueron suficientes para lograr vivir tranquilamente.

 En algún momento de su vida como dirigente sindical se opuso a algunas decisiones de la política municipal y la administración del Hospital para el cual él trabajaba, lo anterior en virtud a que algunas decisiones político administrativas estaban en contra de los intereses de los trabajadores y la comunidad en el hospital en el municipio de Sevilla, Valle, municipio rodeado de naturaleza, de cultivos y fincas campesinas.

 Robinson conjuntamente con su esposa desarrollaban actividades en procura de mejorar la vida y el trabajo en su municipio desde muchos enfoques, sin embargo aquella época en la que se opuso mediante la organización sindical a las decisiones de la administración del Hospital de Sevilla, generó algunos malestares en un sector del pueblo. Así llegó la primera amenaza en la que le solicitaban salir del pueblo o le costaría la vida el no hacerlo. En medio de preocupaciones y sensaciones difíciles alteraciones emocionales además de preguntas internas, Robinson y su familia salen del país luego de pasar por diferentes procesos de desarraigo, incertidumbre y zozobra.

 Ya en el exterior, luego de vivir varios años por fuera de su tierra, lejos de algunos de sus seres queridos, decidieron retornar a Colombia, entre varios  regresos al país en donde se encontraba como asilados. De Robinson en algunos momentos se escuchaba que no pasaba buenos momentos por el idioma y  las diferentes costumbres por la falta que le hacia su trabajo habitual, en fin no fue fácil.

 

LA ÚLTIMA VEZ

 La última vez que tuvimos la oportunidad de saludarle y verlo en nuestra sede sindical, estaba muy sonriente, animoso y preguntando como estaba el desarrollo organizacional por esos días.  Meses después que retorna definitivamente a Colombia, se ubica en Génova, Quindío, en una pequeña finca que tenía y en la cual decidió ocupar gran parte de su vida, sin embargo tiempo después aparece una gran preocupación y alerta municipal y departamental. Posterior a esto nuestro compañero Robinson es desaparecido y no quedan  muchos rastros para su ubicación.

 La esposa de Robinson Rendón, es una mujer amorosa sensible, amable y emprendedora con quien nuestro compañero vivía en el momento de los hechos en la finca las Delicias ubicada en la vereda El Dorado Alto. En un relato de los hechos que trasformaron la vida de una familia, ella cuenta que en los últimos momentos escuchó la voz de su esposo, un viernes después de que visitara la pequeña finca de su propiedad y le realizara una llamada para indicarle que todo estaba bien. Fue la última vez que hablaron.

 Los días siguientes, la esposa de nuestro compañero le hizo  varias llamadas ya que no retornó a su casa y ni contestaba, ella empezó a impacientarse entre llamadas y preocupaciones, consultas y denuncias hasta la fecha.

 Robinson nunca apareció, su cuerpo nunca fue encontrado a pesar de que con el tiempo se presentaron algunas capturas de los presuntos autores intelectuales que jamás quisieron decir en donde estaba ni  que paso con el compañero, la cosa es: al dirigente social político y sindical lo desaparecieron por su legado histórico por el amor que depositaba en la sociedad en defensa de los Hospitales Públicos del  Departamento Valle del Cauca.

 Aun cuando el Estado interprete y presente las desapariciones, asesinatos y atentados contra los dirigentes Sindicales como hechos aislados de su actividad social y sindical, es claro para nosotros que ser líder en nuestro país tan desigual no es fácil, y que por el contrario se convirtió en un reto, en el que tanto políticos, medios de comunicación y la fuerza pública juegan en gran parte un papel de violadores de Derechos Humanos por acción o por omisión. No queda más que desearles un juicio ético y político a los responsables directos de las violaciones constantes a los representantes sindicales.

 Por la felicidad en clave de derecho fundamental, nuestra solidaridad y respeto a los dirigentes asesinados y desaparecidos a causa de defender la Verdad en Colombia.

 *Vicepresidente nacional y director de DDHH de ANTHOC.

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