{image}http://www.eldia.com.co/images/stories/060908/sanjuan.JPG{/image}El polvo se ha apoderado de las antiguas escaleras de madera, en ocasiones la quietud del hospital pareciera hacer recordar las correrías de médicos y enfermeras para quienes la salud nunca pudo comprenderse como negocio.
En las treinta y tres manzanas del complejo hospitalario, hay veinticinco edificios que hacen parte del patrimonio histórico de Bogotá. Aunque pocos lo saben el San Juan de Dios documenta la historia social y científica del país. Condenado a un abandono estatal, los edificios que atiborrados atendían en un pasado cercano a seres humanos sin importar si cotizaron o no en el último mes, hoy se encuentran cerrados con cadenas. El polvo se ha apoderado de las antiguas escaleras de madera, en ocasiones la quietud del hospital pareciera hacer recordar las correrías de médicos y enfermeras para quienes la salud nunca pudo comprenderse como negocio, para quienes la idea de ganancia les resulta tan ajena a la dignidad humana. Las anécdotas de los trabajadores que aún siguen en el San Juan son relatadas con nostalgia, remitiéndonos a una sala de urgencias tensa y llena tras los sucesos del palacio de justicia, la tragedia de armero e incluso los recuerdos borrosos del 9 de abril de 1948. Recuerdan también la llegada de José Antequera, dirigente de la Unión Patriótica, después del atentado que acabó con su vida. La expresión de sus ojos, el gesto del recuerdo que se marcaba en sus caras, hicieron comprender el sentimiento profundo que une a estos trabajadores de la salud con el San Juan de Dios.
El sonido del viento se apodera con fuerza de este lugar. Este año cumple cuatrocientos cuarenta y cuatro integrado a la vida de los colombianos, desde la llegada de la orden misericordiosa que emprendió la construcción de este hospital para atender a los menesterosos neogranadinos pasando por el desarrollo de la ciencia en Colombia que también tuvo sus inicios con las investigaciones asociadas a epidemias y enfermedades de la colonia. De igual manera el San Juan fue el lugar en el que se sistematizó la expedición botánica a la cabeza de José Celestino Mutis. El desconocimiento del pasado tomó por sorpresa a más de un asistente, presenciando la actual desidia administrativa y las consecuencias del modelo de salud implementado en Colombia desde la década de los noventa. Modelo que condenó al San Juan al estado de abandono por los entes territoriales del orden departamental y local. Como si se tratará de un juego de tenis, las instituciones se pasan la responsabilidad una a otra, sin dar un pronunciamiento claro sobre el futuro del Hospital.
Solo la determinación de algunos trabajadores continúa en pie. María Antonia Castañeda lleva trabajando en el San Juan veinte años. Durante la última década tuvo que dar muchas peleas junto a sus compañeros. Iniciando con los cierres en el año 2000 y el absurdo espectáculo de la policía antidisturbios desalojando el hospital. Un grupo de enfermeras recordaban esas jornadas, en las que recibieron solidaridad del barrio Policarpa, del Antonio Nariño y de algunos estudiantes universitarios. La emoción las tenía atrapadas: “Yo vi a Rodrigo, al frente de la tanqueta y pensé: lo van a matar”. Mese más tarde se enfrentaron al corte de luz que impidió una atención oportuna a los pacientes que aún seguían recibiendo. María Antonia tiene el turno de la mañana, llega a las instalaciones todos los días a las seis y media, manteniendo los equipos a su cargo en perfectas condiciones.
Roberto jefe de enfermeras dice con vehemencia que “El San Juan no sólo es de Dios, es de todos” lo que ha permitido generar conciencia sobre la importancia del hospital, atacado según él, por el modelo económico. Destacó al grupo de médicos amigos, Santiago Correa, Mario Hernández, que permanecieron hasta que les quitaron los servicios públicos, hasta el último momento en que habían posibilidades de atención. “es que el hospital nunca fue cerrado, nos dejaron sin elementos para trabajar, nos quitaron la luz” a lo que añade “aquí estamos, aquí permanecemos a la espera del normal funcionamiento de la institución”
Loa enfermera jefe que guiaba la visita, extendió la mano procurando cubrir la cancha de fútbol ubicada al frente de la iglesia. Según la historia reconstruida por ellas, ese fue uno de los lugares destinados para los sin nombre asesinados el 9 de abril de 1948. Nuevamente la historia sorprendió a los asistentes, cuando ella en tono parsimonioso pronunció “tal vez estemos parados en un campo santo” estábamos ante una “nueva fosa común”
El mal manejo administrativo, el pasivo pensional, la transición de una institución pública a una privada en 1979, fueron algunos de los atenuantes de la crisis del hospital. Quizá el golpe más duro que ha recibido ha sido la implementación del modelo neoliberal, los esquemas copiados desde Harvard dieron un golpe severo al San Juan de Dios y a la red pública hospitalaria.
Hoy los trabajadores están apostando a una iniciativa de carácter popular amparada por la legitimidad social y jurídica que requiere este caso. Quieren abrir las puertas del San Juan a Bogotá, a los colombianos. El derecho de petición solicita la reapertura del Hospital, para ello están recogiendo 200.000 firmas.
Guillermo Fergusson el médico que no fue economista, el que se “movía con el corazón” fue recordado con mucho cariño por las enfermeras más veteranas. Fergusson es la antítesis del actual modelo. Lo recordaron con una de sus frases “los enemigos más poderosos no son los virus ni las bacterias” haciendo alusión a los intereses comerciales y financieros que ya venían mirando a la salud como bien transable en la década de los setenta. Esos enemigos son los mismos que han negado atención a miles de colombianos obligándolos a subir sin retorno al paseo de la muerte.
A los trabajadores del San Juan les sobra coraje y valentía. Son un ejemplo para los muchos espectadores pasivos de esta realidad espesa. La persistencia que han tenido durante todos estos años les ha dado un lugar en la historia del movimiento social colombiano. Ahora necesitan acompañamiento y solidaridad en esta nueva etapa, la reapertura del San Juan de Dios.