{image}http://www.eldia.com.co/images/stories/050908/saludmental1.jpg{/image}En varios estudios internacionales los colombianos somos el país más feliz del mundo o el segundo más feliz de América Latina, sin embargo, el Ministerio de Protección Social plantea que cerca del 40% de colombianos entre los 18 y 65 años tienen algún problema de tipo mental.
En el 2004 la Universidad Erasmus de Rotterdam de Holanda, clasificó a Colombia entre 112 países, como el país más feliz del planeta. En junio de 2008 ocupamos el tercer lugar del podio de la felicidad, junto a Dinamarca y Puerto Rico, según estudio del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan.
El director de la encuesta mundial, Ronald Inglehart, señaló que "Los resultados muestran claramente que las sociedades más felices son aquellas que permiten que las personas tengan la libertad de elegir cómo vivir" ¿será que Inglehart conoce la situación de no – decisión que implica desplazarse por la violencia? ¿Creerá al igual que José Obdulio, que son migrantes que eligieron libremente desplazarse?, Como una de las conclusiones del estudio se planteó que los regímenes democráticos procuran un mayor nivel de satisfacción a las personas. Así sea una democracia con tintes nepoticos, dictatoriales y largamente mafiosa como la nuestra.
A pesar de estos informes tan optimistas, no deja de ser contradictoria la comparación con la encuesta nacional de salud mental adelantada en convenio con el Ministerio de Protección Social, la Organización Mundial de la Salud, la Universidad de Harvard y el FES. La muestra cubrió a “4554 adultos entre los 18 y 65 años de edad, residentes de 5526 hogares urbanos de distintos estratos socioeconómicos de 60 municipios de 25 departamentos del país”
Los resultados son alarmantes, ocho de cada veinte colombianos han presentado algún trastorno psíquico alguna vez en su vida. Los trastornos de ansiedad, de estado de ánimo y el abuso de sustancias psicoactivas fueron los más frecuentes. Trastorno depresivo mayor y estrés postraumático son padecidas mayoritariamente por las mujeres, mientras la dependencia y abuso de sustancias psicoactivas son más frecuentes en los hombres. El informe presenta como conclusión que “las edades de inicio más tempranas de los trastornos mentales pueden estar hablando de una mayor exposición a factores psicosociales desencadenantes y plantea una carga de enfermedad mental en poblaciones vulnerables y con poco acceso a servicios de salud”
En esta ocasión, el estudio sobre salud mental nos sitúa al lado de Estados Unidos y Ucrania, como los países con más prevalencias a sufrir trastornos psíquicos, haciendo notar su relación con la menor proporción de uso de servicios médicos. El estudio también deja claro que la política pública de salud mental debe dirigirse de manera crucial a la “atención primaria, primer nivel de atención, impactando positivamente el contexto social” demostrando la relación directa de la salud mental y los trastornos psíquicos con el ambiente socioeconómico, el conflicto armado y la violencia urbana.
Volviendo a las encuestas sobre la felicidad nacional me pregunto, ¿Cómo es la felicidad de los colombianos?, una de efecto inducido por las noticias de farándula, engañada, asaltada en su buena fe por la mafia que merodea las altas instancias del poder, diciéndoles diariamente con un tono certero lo que quieren escuchar, la abnegación total al trabajo y al sacrificio, a la más estricta moral cristiana que señala y oculta. Esa melaza es un narcótico, una borrachera nacional traducida en felicidad nos ubica en ese podio. También la orgullosa felicidad de la gastronomía nacional y las variedades térmicas y geográficas del país, que tiene en sus haberes a 4 de cada diez colombianos trastornados psíquica y afectivamente.
A pesar de estos informes tan optimistas, no deja de ser contradictoria la comparación con la encuesta nacional de salud mental adelantada en convenio con el Ministerio de Protección Social, la Organización Mundial de la Salud, la Universidad de Harvard y el FES. La muestra cubrió a “4554 adultos entre los 18 y 65 años de edad, residentes de 5526 hogares urbanos de distintos estratos socioeconómicos de 60 municipios de 25 departamentos del país”
Los resultados son alarmantes, ocho de cada veinte colombianos han presentado algún trastorno psíquico alguna vez en su vida. Los trastornos de ansiedad, de estado de ánimo y el abuso de sustancias psicoactivas fueron los más frecuentes. Trastorno depresivo mayor y estrés postraumático son padecidas mayoritariamente por las mujeres, mientras la dependencia y abuso de sustancias psicoactivas son más frecuentes en los hombres. El informe presenta como conclusión que “las edades de inicio más tempranas de los trastornos mentales pueden estar hablando de una mayor exposición a factores psicosociales desencadenantes y plantea una carga de enfermedad mental en poblaciones vulnerables y con poco acceso a servicios de salud”
En esta ocasión, el estudio sobre salud mental nos sitúa al lado de Estados Unidos y Ucrania, como los países con más prevalencias a sufrir trastornos psíquicos, haciendo notar su relación con la menor proporción de uso de servicios médicos. El estudio también deja claro que la política pública de salud mental debe dirigirse de manera crucial a la “atención primaria, primer nivel de atención, impactando positivamente el contexto social” demostrando la relación directa de la salud mental y los trastornos psíquicos con el ambiente socioeconómico, el conflicto armado y la violencia urbana.
Volviendo a las encuestas sobre la felicidad nacional me pregunto, ¿Cómo es la felicidad de los colombianos?, una de efecto inducido por las noticias de farándula, engañada, asaltada en su buena fe por la mafia que merodea las altas instancias del poder, diciéndoles diariamente con un tono certero lo que quieren escuchar, la abnegación total al trabajo y al sacrificio, a la más estricta moral cristiana que señala y oculta. Esa melaza es un narcótico, una borrachera nacional traducida en felicidad nos ubica en ese podio. También la orgullosa felicidad de la gastronomía nacional y las variedades térmicas y geográficas del país, que tiene en sus haberes a 4 de cada diez colombianos trastornados psíquica y afectivamente.